a industria del automóvil está trabajando para incluir en los vehículos sistemas cuyo objetivo pasa por reducir la carga del conductor mientras está al volante, tanto en cuestiones de percepción como a la hora de tomar decisiones. Así, el vehículo autónomo es aquel que, por definición, no necesita a un conductor, sino que puede tomar decisiones y dar respuesta a determinados accidentes por sí mismo. A día de hoy no podemos encontrar un ejemplo puro que sea fiel a esta descripción, pero sí muchos proyectos pilotos y aplicaciones que parten de ella y que se presentan como una gran solución para la movilidad del futuro.
Existe una clasificación, la escala SAE (Sociedad de Ingenieros Automotrices), que diferencia seis niveles en la conducción autónoma, de cero a cinco. Un nivel y otro se diferencian por el grado de automatización que alcanza el vehículo, es decir, qué parte de responsabilidad recae sobre este y qué parte recae sobre el conductor.